Los psicólogos a veces se topan con hallazgos curiosos. Recientemente, verbigracia, ciertos investigadores compararon miles de fotografías de atletas en el podio. Averiguaron que los que solían mostrar caras más jubilosas, exceptuados los vencedores de la medalla de oro, eran los que alcanzaban el bronce, y no los galardonados con la plata. Parece que estos últimos suelen apesadumbrarse por quedar tan cerca de ser los primeros... pero no haberlo logrado. Es lo que podríamos denominar “fenómeno de la felicidad del tercer puesto”.
Pues bien, cabe afirmar que tras las pasadas elecciones generales los españoles hemos descubierto otro fenómeno igualmente llamativo. Nos permitiremos denominarlo aquí “la felicidad del quinto puesto”. En efecto, uno de los acontecimientos más revolucionarios producidos tras tales comicios (y sobre el que aún habrá mucho que estudiar) es la irrupción como la quinta fuerza política más votada en España de un partido fundado apenas cinco meses y medio antes. Un partido que no contó con ningún préstamo bancario para su campaña. Un partido formado y dirigido en su inmensa mayoría por profesionales que no tienen (no tenemos) la política como ocupación principal. Hablamos, naturalmente, de Unión Progreso y Democracia (UPyD), la formación que se estrena esta legislatura en el Congreso con una diputada: nuestra flamante portavoz, Rosa Díez. Es lógico que, en similares condiciones, quienes habíamos participado como promotores de pareja hazaña, desde su fundación allá un 29 de setiembre en la madrileña Casa de Campo, nos mostrásemos exultantes.
Desgraciadamente, como casi todo el mundo ya va sabiendo (y lamentando) el sistema electoral español impide que, aunque UPyD haya sido el quinto partido que más sufragios ha recabado (con más de 300.000 votos), tenga una presencia correspondiente en el Congreso: pues numerosos partidos nacionalistas, beneficiados así por la ley electoral, han conseguido, con muchos menos votos que UPyD, el doble o el triple de diputados que nosotros. Señero es el caso del PNV, que aun con prácticamente tantos votantes como UPyD, cuenta no obstante con seis veces más representantes parlamentarios. Curiosamente, hechos tan abusivos como estos nos han venido a dar la razón a UPyD (triste consuelo) cuando, durante toda la campaña electoral, insistíamos en lo injusto de un sistema como el actual, que propicia semejantes resultados y suele poner a los dos grandes partidos, PSOE y PP, en dependencia con respecto a pequeños partidos regionales que, generalmente, ni siquiera están interesados por este proyecto de vida en común que llamamos “España”. De ahí nuestra propuesta, parece que compartida ya por muchísimas personas, de reformar la ley electoral para evitar que se produzcan este tipo de situaciones; para lograr que el voto de cualquier ciudadano valga lo mismo, tanto si vota a opciones nacionalistas como si vota a partidos preocupados por el bienestar de todos.
Empezamos hablando de “la felicidad del tercer puesto”, y aunque para el panorama nacional debimos adaptar la expresión al “quinto puesto”, lo cierto es que otra de las noticias de la noche electoral estuvo centrada en nuestra Salamanca y en los quizá aún más sorprendentes resultados obtenidos por UPyD aquí: pues, con todo merecimiento, esa noche sí que se pudo hablar de “la felicidad del tercer puesto” para nuestros votantes. Unión Progreso y Democracia lograba, en efecto, ser la tercera formación más votada de Salamanca, a notable distancia en nuestra capital frente a la cuarta, la mucho más tradicional Izquierda Unida. Esta alegría del tercer puesto se acompaña para nosotros en Salamanca con una ingente responsabilidad. Pues, respondiendo a la confianza prestada por millares de salmantinos, habremos de ser capaces de funcionar desde ahora como la tercera vía que, más allá de los discursos un tanto cansinos de PP y PSOE, logre para todas las localidades de nuestra provincia una política más respetuosa, sin maniqueísmos que dividan a los ciudadanos en buenos y malos, en derechas e izquierdas; una política que se ocupe sólo del progreso general y de dar más libertad de todos. Pues esa, la de la libertad, es nuestra pasión: e invitamos a todos los charros apasionados por ella para que colaboren (como afiliados, simpatizantes o votantes) en nuestro proyecto de regeneración democrática.
El éxito de UPyD no se explica sin recordar agradecidos a tantos movimientos ciudadanos que nos precedieron en la lucha por la libertad de todos los españoles frente a amenazas como el terrorismo, la discriminación lingüística, la educación adoctrinadora. Lo ha subrayado otro de los fundadores de nuestro partido, Carlos M. Gorriarán, en su libro “Movimientos cívicos”. Plataformas como Basta Ya, asociaciones como las de víctimas del terrorismo, o pasadas experiencias catalanas como la de Ciutadans, son dignos precursores de la tarea que ahora los ciudadanos con contundencia le han encomendado a UPyD. El porvenir es largo, pero merece la pena soñar con una España finalmente libre de caciquismos localistas y de imposiciones colectivistas: soñar, en suma, con la libertad.
Miguel Ángel Quintana Paz, miembro del Consejo Político de UPyD y un gran amigo.
2 comentarios:
El "fenómeno de la felicidad del tercer puesto" , bajo la denominación de "la estrategia del bronce" que da título a un libro recomendabel de Manuel Conthe.
Se refiere a que es mas feliz el que gana el bronce (3º puesto) que el que gana la plata
Vaya, qué gran sorpresa, David, toparme por aquí con unas cuantas letras de las que de vez en cuando me da por juntar. Desde luego, es un honor lo de "gran amigo"... y lo mismo digo. A ver si nos vemos pronto, que todavía no hemos comentado extensamente los gozos del 9 de marzo. Abrazos,
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