martes, 5 de febrero de 2008

El vuelco y el efecto Díez, Germán Yanke

Como estamos -quizá más aburrida que emocionantemente- en esa previsión electoral de empate técnico, los populares ansían y buscan lo que algunos han dado en llamar un «vuelco» de última hora. Al menos en las encuestas, y también de alguna manera en la percepción espontánea de muchos votantes y analistas, al PP le ha resultado y le sigue resultando aún muy difícil sumar décimas a un suelo electoral que, a pesar de los avatares, está garantizado desde 2004. El PP confía en el vuelco: quizá en el escenario descrito hay votantes que, en los sondeos, ocultan o disimulan su intención de voto ya que en los mismos se observan tendencias de desacuerdo con la situación política y económica, quizá la incertidumbre y su efecto en la capacidad adquisitiva de las familias tenga su efecto, quizá la misma apariencia de que es posible lo haga real.

Pero tampoco puede desdeñarse, en el mismo escenario abierto, que lo que en los resultados de los sondeos se refleja como «otros» (otros partidos, otras candidaturas) entren en la posibilidad del vuelco de última hora. Por lo que se sabe, hay todavía muchas encuestas electorales, incluso privadas elaboradas por los propios partidos para establecer sus estrategias, que no preguntan, por ejemplo, por el partido fundado recientemente por Rosa Díez y Fernando Savater, UPyD. Nadie duda de que esta nueva opción política se ha lanzado a la arena en circunstancias más que complicadas: poco tiempo de «entrenamiento», unas elecciones en las que el resultado incierto hace que el debate y la presencia en los medios se polaricen entre PP y PSOE, ausencia absoluta de financiación por la negativa de los bancos a conceder los créditos que a otros perdonan, etc.

No creo, por todo ello, que ni los promotores y los candidatos de este partido -que cito como muestra de otras alternativas, pero que en este caso se presenta en todo el territorio nacional- piensen que se encuentran ante un reto fácil, sino más bien lo contrario. Pero tampoco es lógico olvidar algunos elementos interesantes en torno a quienes quieren asomar la cabeza con todo aparentemente en contra: el sistema de financiación, el acceso a los medios públicos, el mismo sistema electoral, etc. En definitiva, han conseguido presentar listas en todas las circunscripciones, incluso en las autonómicas que en Andalucía se celebrarán también el 9 de marzo (y en el País Vasco sin «préstamos» de personas de otros lugares), reunir en torno a un programa de regeneración política a jóvenes desconocidos e intelectuales de prestigio.

Las ventajas

Nada de eso asegura nada, ciertamente, ni desdibuja las dificultades, pero el partido de Rosa Díez -y tener que llamarlo así refleja de algún modo que está en un periodo de formación- tiene la ventaja de incardinarse bien en la situación de empate técnico de las grandes opciones. O, mejor, en el estadio de la opinión pública que lleva al empate en los sondeos, es decir, la resistencia en el electorado a que PP y PSOE despierten entusiasmo más allá de sus fieles ya acreditados. El PSOE está a la baja; el PP no despega. Los sondeos reflejan que muchos ciudadanos ven con buenos ojos, en el ambiente de crispación del debate político, la aparición de opciones entre ambos. Vuelvo a insistir: nada asegura nada, ni a los grandes, y se podría recordar, al hilo de este último dado, la queja de Adolfo Suárez cuando pedía, desde el CDS, que se le quisiera menos y se le votase más.

Pero Suárez logro, en un momento en el que el «vuelco» afectó al descontento con los que se disputaban el Gobierno, pasar de 2 a 20 diputados concentrados en circunscripciones en las que el censo permite obtenerlos con porcentajes de voto relativos. Seguramente no será tal la sorpresa en esta ocasión, aunque hay que tener en cuenta que UPyD -un grupo de personas que despiertan en interés en unos y que otros quieren silenciar, más por el bien del status quo que del debate político- empieza a aparecer, cuando muchos expertos negaban la posibilidad más remota, en recientes sondeos publicados. Uno asegura el escaño de Díez en Madrid, otro añade un diputado más, un tercero llega a pronosticar cuatro en toda España.

El vuelco que busca el PP es, ahora, un albur. La resistencia del PSOE ha venirse abajo -aunque sea sólo lo abajo que le haga perder las elecciones- ha dejado de ser un mito. Quizá la irrupción de Rosa Díez en el Congreso vaya dejando de ser voluntarismo y se convierta en una posibilidad cierta.

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